domingo, 22 de abril de 2018

Expresiones-Mandar a alguien a hacer puñetas-Pasar la noche en blanco-De perdidos al río

Mandar a alguien a hacer puñetas


Mandar a hacer puñetas a alguien es una expresión que se utiliza cuando quieres deshacerte de alguien que te es molesto y deseas que se marche, dejándote en paz.
Pero… ¿sabemos realmente lo que estamos mandándole hacer?

Algunas fuente indican que lo que hacemos es mandarle a que se masturbe, por el uso coloquial de este término para esta finalidad que se daba en Portugal y ciertas zonas castellanas.

Aunque otras (más aceptadas) indican que su origen hace referencia a los puños bordados con numerosas filigranas y encajes, las puñetas son los bordados y puntillas colocadas en las bocamangas de las togas que utilizan algunos miembros de la judicatura. Su nombre procede del hecho de caer la manga sobre el puño.


Estas puñetas se hacían con encaje de bolillos, una técnica artesanal muy trabajosa y lenta, que ha persistido hasta nuestros días 


Se dice también que las principales “fábricas” de puñetas eran las cárceles y los monasterios, debido al tiempo que sus moradores pasarían entre los muros de ambos centros; por lo que sin duda, al mandar a alguien a “hacer puñetas” le instamos a que se aleje de nosotros por un tiempo considerable, para así ganar toda la paz y el sosiego que su presencia y actitud nos quita.

Pasar la noche en blanco


Cuando una persona es incapaz de conciliar el sueño por un dolor, una preocupación u otro motivo, se dice que ha pasado la noche en blanco

El origen está relacionado con la noche que ritualmente solían pasar sin pegar ojo aquellos que, durante el medievo, querían formar parte de ciertas órdenes de caballería.


Ésta consistía en que el futuro caballero velara armas la noche anterior a su nombramiento, para lo que vestía un traje o túnica de color blanco como símbolo de pureza.


El color blanco de las ropas y lo largo que se hacía la espera hasta el amanecer dio origen al dicho “pasar la noche en blanco”.

De perdidos al río


Usamos esta expresión para indicar que en caso de una circunstancia adversa podemos optar por otra menos mala cuando no queda otra opción.
La usamos cuando tomamos una decisión drástica para solucionar algo.

El origen tiene dos hipótesis

La primera es sencilla: Cuando alguien se pierde en un terreno inhóspito una manera de "escapar" de esa situación es intentar acceder a la orilla de los ríos y seguirlos, dado que tarde o temprano encontraremos o el mar y tendremos un escape o alguna edificación, comunmente asentadas en sus proximidades y pediremos auxilio.

La segunda proviene de las batallas que transcurrían cercanas a los ríos, en el caso de que las cosas se ponían realmente feas y la retirada era a la desesperada, muchos soldados optaban por lanzarse al río y dejarse llevar por la corriente a su suerte.


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