martes, 13 de febrero de 2018

Expresiones-Irse por los cerros de Úbeda -Salvarse por los pelos -Se le va la olla

Irse por los cerros de Úbeda


Imagen de los cerros de Úbeda desde el nordeste

Empleamos este modismo para hacer entender a alguien que no está siendo claro, que empieza comentando una cosa y se pierde en detalles sin importancia o que simplemente rehuye una pregunta hablando de otro asunto.

Parece ser que el origen de la expresión proviene de un acontecimiento histórico del Siglo XIII. Cuando Fernando III el Santo, en plena reconquista de España, de la mano de sus tropas, pretendía atacar la ciudad de Úbeda (provincia de Jaén), uno de los capitanes a sus órdenes desapareció antes de la contienda. Horas más tarde, cuando todo hubo terminado, una vez conquistada la ciudad y pasado el peligro de la lucha, Álvar Fáñez que así se llamaba el oficial, reapareció y al preguntarle el rey dónde había estado durante la contienda contestó que se había perdido en los cerros de Úbeda (algunas fuentes citan que se enamoró de una joven musulmana, otras que fue el miedo ante lo que se avecinaba lo que le hizo permanecer escondido).

 La explicación fue considerada por un acto de cobardía dada la improbable circunstancia de perderse en un terreno que a todas luces no es lo suficiente extenso como para ello.

Salvarse por los pelos


Se dice que nos hemos salvado por los pelos cuando hemos logrado salir airosos de alguna circunstancia en el último instante y con cierta dificultad.

Pero, ¿Cuál es el origen de esta expresión?

Se remonta a los tiempos en los que piratas y marineros surcaban los mares. La mayoría de ellos no sabían nadar, por lo que era bastante normal que se dejaran el pelo largo para que si caían a la mar los agarraran por los pelos para salvarlos.

En aquellos momentos el significado de la frase era totalmente literal ya que se salvaban gracias a que les cogían del pelo.

Se le va la olla


Decimos que a alguien se le va la olla cuando se distrae, dice tonterías, hace locuras, o se le olvida algo

Origen: En Francia, en el siglo XVIII, Luisa Isabel de Francia preparó una cena de despedida de las cortes porque se iba a vivir a España con Felipe. El cocinero de la cena era Jean-Luc Sagnol, el cual tenía fama de hacer una sopa muy rica. 


Cuando fue a buscarla a la cocina, la olla con la sopa había desaparecido. Se piensa que fueron sus ayudantes, a los cuales trataba con mucha dureza y querían darle una lección. Sagnol entró en un estado de locura, fue al comedor y empezó a gritar "¡Se me ha ido la olla! ¡Se me ha ido la olla!" Incluso seguía diciéndolo mientras se lo llevaban. La olla nunca apareció.




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