Estar entre Pinto y Valdemoro
Escudos de Pinto y Valdemoro
Se utiliza en situaciones de incertidumbre o duda entre dos opciones
El origen de la frase que les ha hecho famosas en toda España y hay muchas teorías sobre esta expresión, pero de la más conocida.. Hace siglos en Madrid se bebía vino de las localidades de Pinto y Valdemoro que obtenían de sus tierras numerosas vides, y que cuidadas con esmero de fuentes de riqueza para elegir un vino de calidad entre una población o la otra (al elegir entre los dos vinos). Vino que no era ni bueno ni malo se decía: «Está entre Pinto y Valdemoro»
Las leyendas que han llegado hasta nuestros días cuenta que un aficionado a la bebida se divertía saltando en un arroyo que se encontraba entre las dos poblaciones mientras gritaba: “Ahora estoy en Pinto”, “ahora en Valdemoro”. De repente cayó al agua y, apesadumbrado, dijo: “Ahora estoy entre Pinto y Valdemoro”
Por su parte, el historiador local Gonzalo Arteaga sostiene en el libro Pinto, este es mi pueblo, que el origen de la frase se remonta al siglo XIII, cuando Madrid y Segovia pugnaban por las tierras de Valdemoro y Pinto. Finalmente tuvo que intervenir el rey Fernando III, quien decidió poner fin a este enfrentamiento asignando Pinto a Madrid y Valdemoro a Segovia.
Esta separación fue llevada a cabo mediante la colocación de 42 hitos en los lindes de ambos territorios. El propio rey presenció su colocación, por lo que cuando alguien preguntaba dónde se encontraba, los cortesanos respondían: “está entre Pinto y Valdemoro”.
El origen de la frase que les ha hecho famosas en toda España y hay muchas teorías sobre esta expresión, pero de la más conocida.. Hace siglos en Madrid se bebía vino de las localidades de Pinto y Valdemoro que obtenían de sus tierras numerosas vides, y que cuidadas con esmero de fuentes de riqueza para elegir un vino de calidad entre una población o la otra (al elegir entre los dos vinos). Vino que no era ni bueno ni malo se decía: «Está entre Pinto y Valdemoro»
Las leyendas que han llegado hasta nuestros días cuenta que un aficionado a la bebida se divertía saltando en un arroyo que se encontraba entre las dos poblaciones mientras gritaba: “Ahora estoy en Pinto”, “ahora en Valdemoro”. De repente cayó al agua y, apesadumbrado, dijo: “Ahora estoy entre Pinto y Valdemoro”
Por su parte, el historiador local Gonzalo Arteaga sostiene en el libro Pinto, este es mi pueblo, que el origen de la frase se remonta al siglo XIII, cuando Madrid y Segovia pugnaban por las tierras de Valdemoro y Pinto. Finalmente tuvo que intervenir el rey Fernando III, quien decidió poner fin a este enfrentamiento asignando Pinto a Madrid y Valdemoro a Segovia.
Esta separación fue llevada a cabo mediante la colocación de 42 hitos en los lindes de ambos territorios. El propio rey presenció su colocación, por lo que cuando alguien preguntaba dónde se encontraba, los cortesanos respondían: “está entre Pinto y Valdemoro”.
El que se fue de Sevilla, perdió su silla
Se suele aplicar para explicar el por qué alguien pierde sus privilegios después de haberse ausentado de un lugar durante un determinado tiempo, ya sea largo o corto.
El origen lo encontramos en el Siglo XV, en un enfrentamiento entre Alonso de Fonseca el Viejo arzobispo de Sevilla y Alonso de Fonseca el Mozo de Santiago de Compostela, tío y sobrino respectivamente.
El hecho es que Santiago de Compostela vivía unos momentos un poco “difíciles”, por lo que el sobrino pidió ayuda a su tío (con mucha más experiencia) para que fuese a dicha ciudad y tratara de ponerla en orden y pacificarla, de manera que pudiese tomar posesión del sillón arzobispal tranquilamente; mientras, él le guardaría su sillón en Sevilla.
El origen lo encontramos en el Siglo XV, en un enfrentamiento entre Alonso de Fonseca el Viejo arzobispo de Sevilla y Alonso de Fonseca el Mozo de Santiago de Compostela, tío y sobrino respectivamente.
El hecho es que Santiago de Compostela vivía unos momentos un poco “difíciles”, por lo que el sobrino pidió ayuda a su tío (con mucha más experiencia) para que fuese a dicha ciudad y tratara de ponerla en orden y pacificarla, de manera que pudiese tomar posesión del sillón arzobispal tranquilamente; mientras, él le guardaría su sillón en Sevilla.
Así, los dos se intercambiaron los arzobispados temporalmente, pero una vez que solucionó el problema intentó recuperar su puesto en Sevilla, encontrándose con la negativa del joven a devolverle el cargo. Y es que su sobrino estaba muy feliz en el arzobispado de Sevilla, mucho más rico y próspero.
Alonso I hizo llegar su queja hasta el Papa Pío II que intervino finalmente enviando fuerza armada para reponer a su legítimo ocupante en el cargo y destituyendo a quién aprovechando la ausencia del que se había ido de Sevilla, había ocupado su silla.
Tomando desde este momento popularidad la frase “Quien se fue de Sevilla, perdió su silla”, que ha evolucionado hasta la actual.