El gran secreto de todas las mujeres respecto a los baños es que de niña tu mamá te llevaba al baño, te enseñaba a limpiar la tabla del inodoro con papel higiénico y luego ponía tiras de papel cuidadosamente en el perímetro del inodoro. Finalmente te instruía: "Nunca, nunca te sientes en un baño publico". Y luego te mostraba 'la posición' que consiste en balancearte sobre el inodoro en una posición de sentarse sin que tu cuerpo haga contacto con la taza.
"La Posición" es una de las primeras lecciones de vida de una niña, súper importante y necesaria, nos ha de acompañar durante el resto de nuestras vidas. Pero aún hoy en nuestros años adultos, 'la posición' es dolorosamente difícil de mantener cuando tu vejiga está a punto de reventar.
Cuando "tenés que ir" ( y hablo de realmente ir) a un baño público, te encuentras con una cola de mujeres que te hace pensar que dentro está Brad Pitt (o George Clooney!!!). Así que con tu mejor cara de extasiada ( y no de amor) esperas paciente, sonriendo amablemente a las demás mujeres que también están discretamente cruzando piernas y brazos. Es la posición oficial de "me estoy meando".
Finalmente te toca tu turno, pero siempre llega la típica mamá con "la niña pequeña que no se puede aguantar más" y aprovechan para saltarse ambas la cola ¡con toda intención!. Después en el momento culmine de tus esfinteres, verificas cada cubículo por debajo para ver si no hay piernas. Todos están ocupados. Finalmente uno se abre y te lanzas casi tirando a la persona que va saliendo. Entras y te das cuenta que el picaporte no funciona (nunca funciona); no importa...
Cuelgas tu bolso del gancho que hay en la puerta, y si no hay gancho (nunca hay gancho), inspeccionas la zona, el suelo esta lleno de líquidos indefinidos y no te atreves a dejarlo ahí, así que te lo cuelgas del cuello mientras miras como se balancea debajo tuyo, sin contar que te desnuca la correa, porque el bolso está lleno de mierdas que fuiste metiendo dentro - la mayoría de las cuales no usas, pero que las tienes por si acaso - ...
Pero volviendo a la puerta... como no tenía picaporte, solo tienes la opción de sostenerla con una mano, mientras que con la otra de un tirón te bajas la tanga y tomas "la posición"... Alivio...... AAhhhhhh.... por fin... Ahí es cuando tus muslos empiezan a temblar.... porque estás suspendida en el aire, con las piernas flexionadas, las medias cortándote la circulación de los muslos, el brazo extendido haciendo fuerza contra la puerta y un bolso de 5 kgs. colgando de tu cuello. Eso sin mencionar que estas aguantando la respiración puesto que el baño apesta.
Te encantaría sentarte, pero no tuviste tiempo de limpiar la taza ni la cubrirte con papel, interiormente crees que no pasaría nada pero la voz de tu madre retumba en tu cabeza "jamás te sientes en un baño público!", así que te quedas en "la posición" con el tembleque de piernas, entonces por un fallo de cálculo en las distancias una salpicada finíiiiiisima del chorro te salpica en tus propias nalgas y que ¡¡¡te moja hasta las medias!!! Tenés suerte si no te mojas tus propios zapatos, y es que adoptar "la posición" requiere una gran concentración.
Para alejar de tu mente esa desgracia, buscas el rollo de papel higiénico peroooo, ¡mierda...! el rollo esta vacío...! (siempre) Entonces suplicas al cielo que entre los 5 kgs de porquerías que llevas en el bolso haya un miserable kleenex, pero para buscar en tu bolso tienes que soltar la puerta, dudas un momento, pero no hay más remedio. Y en cuanto sueltas la puerta, alguien la empuja y recibís un portazo que tienes que frenar con un movimiento rápido y brusco, sin miramientos o todo el mundo te vera semi sentada en el aire con las braguitas por la rodilla ¡¡NO!! Entonces gritas ¡¡¡O-CU-PA-DOOOO !!!', mientras continúas empujando la puerta con la mano libre, das por hecho que todas las que esperan en el exterior han oído tu mensaje y ya puedes soltar la puerta sin miedo, nadie intentará abrirla de nuevo, (en eso las mujeres nos respetamos mucho) y te dispones a buscar tu keenex sin agobios, te gustaría usar más de uno pero sabes lo valiosos que son en casos similares y te quedas con uno por si acaso.
En ese preciso instante se apaga la luz del baño(claro considerando que en el baño haya luz), porque entre tanto equilibrio te apoyaste en el interruptor, das la luz de nuevo con la mano del kleenex por que la otra sigue sujetando tus braguitas, vas contando los segundos que te quedan para salir de allí, sudando porque llevas el abrigo puesto ya que no hay perchero, y es que, hay que ver el calor que hace en esos sitios tan pequeños y en esa posición de fuerza en la que sigues, con los gemelos a punto de estallar.
Sin contar la bronca que llevas por el portazo, el desnuque con la correa del bolso, el sudor que corre por tu frente, la salpicada del chorro en las piernas y en las medias, que todavía están mojadas... el recuerdo de tu mamá que estaría avergonzadísima si te viera así; porque sus nalgas nunca tocaron el asiento de un baño público, porque francamente, "sabes qué clase de enfermedades podrías agarrar ahí".
Pero la debacle no termina... estás exhausta, cuando te pones de pie ya no sentís las piernas, te recolocas la ropa rápidamente y tiras de la cadena ¡sobre todo! Si no funciona preferirías no salir jamás de ese baño ¡qué vergüenza! entonces salís al lavamanos. Todo esta lleno de agua así que no puedes soltar el bolso ni un segundo, lo cuelgas al hombro, en caso de que haya agua presionas el dichoso grifo, te lavas en una posición de jorobado de Notre Dame para que no se resbale el bolso desde tu hombro y acabe en la pileta del baño y por supuesto con las caderas alejadas de la pileta porque la presión con la que sale el agua te va a mojar los pantalones pero como el secador de aire es un aparato inútil (si es que existe) así que acabas secándote las manos en tus pantalones, por que no piensas gastar otro kleenex para eso! y salís pasando junto a la línea de mujeres que aún están esperando con las piernas cruzadas y en estos momentos eres incapaz de sonreír educadamente.
Tendrás suerte si no salís arrastrando un trozo de papel higiénico pegado a tu zapato del largo del río Mississippi, o peor aún, con lo pantalones arremangados o lo que es peor, con la falda enganchada a media espalda, por lo que sales mostrando medias nalgas! Justo en el momento que un alma caritativa te lo dice o te pega un tirón, (por suerte las mujeres somos extrañamente solidarias en estos casos), salís.
En este momento ves a tu chico que ha entrado, usado y salido del baño de hombres y que tuvo tiempo de sobra para leer La Guerra y La Paz mientras te esperaba. "¿Por qué tardaste tanto?" te pregunta irritado. "Había mucha cola", te limitas a decir.
Y esta es la razón por la que las mujeres vamos en grupo al baño, por solidaridad, ya que una te aguanta el bolso y el abrigo, la otra te sujeta la puerta, otra te pasa el kleenex por debajo de la puerta y así es mucho más sencillo y rápido ya que tú solo tienes que concentrarte en mantener "la posición", y la dignidad.
Esto está dedicado a las mujeres de todas partes que han tenido que usar un baño público. Y finalmente explicarles a ustedes, hombres, por qué nosotras tardamos tanto y porque siempre vamos acompañadas!.